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Cortesía de Norda la Kéndera

sábado, 16 de enero de 2010

Capítulo 10: Naturalidad. El estilo formal


Aquí tienes el capítulo 10 de 35 del curso "Curso de escritura creativa".

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Enlace:

http://www.mailxmail.com/curso-escritura-creativa/naturalidad-estilo-formal

Texto:

Un estilo natural es el que surge del vocabulario y del nivel lingüístico de la persona que escribe, y no a través de expresiones y términos prestados. La misma expresión puede resultar natural surgida de un adulto y artificiosa de un niño, porque quizá en el primero se amolda al resto del escrito y en el segundo destaca en el texto como un dromedario en el Congreso de los Diputados.

Vamos a ver a continuación algunos estilos prestados y vicios perniciosos que dificultan que las personas saquemos a la luz la naturalidad de nuestro lenguaje.

Para ello, se resumen a continuación los cuatro estilos a los que suele tender nuestra escritura cuando comenzamos a escribir, y que Ángel Zapata analiza en profundidad en su libro La práctica del relato. Manual de estilo para narradores:

1.Estilo formal: el estilo formal estamos hartos de leerlo. Sería el de los textos administrativos y el de los manuales de instrucciones, el de las actas empresariales y el de los libros de texto. En narrativa, es un recurso que se emplea alguna vez en la literatura del siglo XIX y muy poco en la del XX. Y por regla general lo que garantiza es un aburrimiento mortal del lector. Curiosamente, es un estilo que se nos pega con increíble facilidad, como una especie de pelusa de modorra que le sale a la prosa casi sin poder evitarlo. Sin embargo, más vale ser consciente de cuándo lo estamos usando (nosotros y los demás) y evaluar si es acertado su uso en esa ocasión.

Un ejemplo de escritura narrativa en la que predomina el tono formal podrían ser estos párrafos:

Después de la excitación inicial -lógica en esa situación- nos pusimos a charlar. Al poco rato nos dimos cuenta de que nuestro encuentro no había sido casual. A pesar de que ella tenía muy claras sus intenciones, y así me lo repitió varias veces, aquella tarde nos confesamos mutuamente nuestras penas, y empezó esta relación que ha dado un vuelco a mi vida. [...]

Al cabo de dos o tres encuentros llegué a la conclusión de que ella había decidido borrar de su mente cualquier posibilidad de mantener una relación estable con un hombre. No sé qué experiencias llegó a tener, pero empecé a pensar que no me explicaba con detalle sus relaciones pasadas.

En este fragmento la redacción es clara, y las ideas y los hechos quedan expuestos con nitidez. Y sin embargo falla el tono. Al leer estos párrafos -es cierto- sé lo que ha ocurrido entre los dos protagonistas. En cambio no lo siento ni lo imagino, porque los hechos están contados desde la lejanía anónima que lleva aparejado el tono formal. La historia nos llega con la misma distancia que una carta de cualquier institución.

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